Campo de Tulipanes Trevelin

LOS CAMPOS DE TULIPANES EN TREVELIN, UNA EXPERIENCIA REALMENTE ÚNICA

Hay paisajes que parecen sacados de un sueño, y en Trevelin hay uno que cada primavera se vuelve el protagonista. Apenas un mes al año, entre el 7 de octubre y el 7 de noviembre, los campos que suelen lucir monocromos se transforman en un ráfaga de colores que
cuesta creer. Se trata del Campo de Tulipanes, un espectáculo natural que es producto de mucho trabajo y dedicación. Y la paciencia de esperar los once meses cada año para poder disfrutar de esas cuatro semanas en las que todo florece al mismo tiempo.

La primera impresión es difícil de describir. Son más de un millón de tulipanes organizados en hileras perfectas que se extienden hasta perderse en el horizonte, con la cordillera nevada como telón de fondo. Los colores parecen encenderse con la luz: rojos que vibran,
amarillos brillantes, violetas profundos, blancos que casi encandilan; hasta variedades bicolores que parecen pintadas a mano. El mejor momento para verlos es entre el 15 y el 30 de octubre, cuando alcanzan su punto máximo de esplendor.

El lugar está a solo 14 kilómetros de Trevelin, sobre la Ruta 259, y llegar es muy sencillo, se puede ir en auto, contratando una excursión local que incluye además otros hitos de la Ruta Galesa o hasta en transporte público. Una vez adentro, la idea es caminar despacio, recorrer los senderos y dejar que cada paso sea como una foto. Hay quienes van con la cámara en mano buscando la toma perfecta, pero también quienes simplemente se sientan a contemplar cómo cambia el paisaje con el paso de las nubes.

La experiencia no termina en las flores. Al costado del campo hay una confitería que huele a manteca y a té recién servido, donde la tradición galesa se hace presente en la repostería: tortas, scones, panes dulces que son casi tan tentadores como los tulipanes mismos. También hay una feria de artesanos con productos locales y, en algunos días, música en vivo y presentaciones de artistas que le dan un aire festivo al recorrido. Todo esto refuerza esa sensación de estar en un lugar único, pero al mismo tiempo muy cercano, donde la comunidad comparte con orgullo lo que tiene.

Para quienes buscan algo diferente, hay propuestas especiales: visitas nocturnas pensadas para los amantes de la fotografía, con la magia de la luna iluminando los cultivos; sobrevuelo en globo aerostático para ver desde arriba cómo se dibuja el tapiz de colores en el valle; y hasta la Fiesta de los Tulipanes, que cuando el clima acompaña regala momentos tan singulares como una lluvia de pétalos. No es exagerado decir que cada año la experiencia puede ser distinta, porque depende del clima, de la luz y hasta del ánimo con el
que uno la viva.

Los tulipanes de Trevelin se han ganado fama de compararse con los de Holanda, pero lo cierto es que tienen su propio carácter. No es solo la floración: es el contraste con la cordillera, la historia galesa del lugar, el aire frío y limpio de la Patagonia. Es la fusión que lo hace irrepetible. Para muchos viajeros es un plan perfecto para sumar a un recorrido por la Ruta Galesa, combinando la visita con una casa de té o con los viñedos cercanos.

Este destino se entiende, sobre todo, cuando uno se deja llevar por la experiencia. Porque ver esas flores en plena Patagonia es mucho más que una postal: es un recordatorio de que hay maravillas que solo ocurren una vez al año y que valen la pena la espera.

Al final, quizás lo más lindo sea saber que no todo está disponible siempre, que hay momentos que se vuelven únicos porque son fugaces. Y que, entre tanta rutina y velocidad, la naturaleza todavía guarda momentos que nos obligan a detenernos, a mirar, más a contemplar, y vivir solo eso.

Para vivir esta experiencia es necesario saber que El Campo de Tulipanes abre de 9 a 19 horas, se puede comprar la entrada anticipada desde septiembre y los menores de edad entran gratis.

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