Hay lugares que no solo visitas, si no que te transforman. Y Bahía fue uno de esos para mí. Soy Braian De Lazzer, me encuentro en Ventas Internacionales de Aero y en esta ocasión les vengo a contar sobre un recorrido que hicimos junto a mi colega Matias Lecot quien se encuentra en Ventas de Aéreos y con nueve agencias invitadas a este FAM en el cual visitamos tres postales brasileras imperdibles, Salvador, Morro de São Paulo e Imbassaí; de la mano de Itaparica y Palladium. Un vaivén entre lo místico y lo playero, donde la música vibra en la calle, en las cocinas y en los pasos de la gente.
Aterrizamos por la noche y nos dirigimos al hospedaje elegido, Casa di Vina, un hotel con alma propia: fue la casa del mismísimo Vinicius de Moraes, músico y poeta brasileño. Poesía en las paredes, bossa en el aire, y una vibra tan única como el destino mismo.
Las primeras horas en Salvador fueron una mezcla de visitas a algunos hoteles (como el Catussaba Resort & Suítes y el Monte Pascoal), cócteles frente al mar y un city tour que nos regaló un pantallazo de la ciudad: sus playas, su arquitectura colonial y esa identidad brasileña que le da color, cuerpo y espíritu a todo. La jornada cerró con una cena en la JP Steak House, elegante, sabrosa y rodeada de colegas de todo el continente.
La siguiente jornada estuvo dedicada al evento CONNECT 4 YOU, en la cual vivimos charlas, capacitaciones, ruedas de negocios y tiempo para explorar las últimas novedades del sector.
El viaje hacia Morro de São Paulo es casi una travesía en sí misma. Acá va el primer tip de oro para agencias: optar por el catamarán directo. Es más corto y evita el desgaste del traslado semi-terrestre (que puede superar las 4 horas).
Morro es un rincón detenido en el tiempo. Las playas son calmas, calles de arena y ese ritmo slow que invita a relajarse. Nos hospedamos en el Village Paraíso Tropical, y tuvimos la libertad suficiente para explorar. Las caminatas entre playa y centro son parte del encanto, pero atenti: no es un destino ideal para todos los perfiles. Gente mayor o familias con chicos pequeños pueden sentir el desgaste físico. Vale la pena conocerlo, pero hay que saber a quién recomendárselo. Las playas son tan variadas como la gente que las visita. Hay movida, hay calma, hay atardeceres inolvidables como el de Toca do Morcego, con una caipi en mano y el sol deshaciéndose en el mar. Gastronómicamente, el lugar es una fiesta: mariscos preparados con ese toque bahiano que mezcla tradición, picante justo y mucho, pero mucho sabor. Probamos joyitas como Sabor da Terra, Maré Bar & Grill, y cerramos con broche de oro en Sambass, con los pies en la arena, música en vivo y tragos típicos de la zona.
Después de tanta caminata y sol, el broche de oro fue descansar en Grand Palladium Imbassaí Resort & Spa. Acá cambia el plan: todo está al alcance, ideal para familias con niños, parejas que buscan confort, o simplemente pasajeros que necesitan un respiro.
La charla institucional nos permitió conocer más a fondo el producto, y la inspección cerró directamente en la playa, con almuerzo en el restaurante Poseidon, entre risas, camaradería y el murmullo del mar como fondo musical.
Algunos tips para tener en cuenta
- Segmentar es clave: Morro es espectacular, pero exige físicamente. Imbassaí, en cambio, es ideal para familias o quienes buscan desconexión sin resignar comodidad.
- Traslados: Repetimos el consejo porque vale doble: elegir el catamarán directo a Morro es fundamental para optimizar tiempo y experiencia.
- Diversidad de experiencias: Salvador aporta cultura y color; Morro, aventura y naturaleza; Imbassaí, descanso y confort. Tres propuestas que se complementan perfecto para armar un paquete completo.
- Gastronomía local: En Bahía se come rico y se come bien. Mariscos frescos, moquecas, acarajés y frutas tropicales que te explotan en la boca. Todo con ese sazón que solo el nordeste brasileño sabe dar.
Más allá del bronceado y la arena que seguro vamos a encontrar por semanas, me llevo una certeza: Bahía tiene planes para todos los gustos. La clave está en conocerlo bien, sentirlo, y después recomendarlo con criterio y pasión.
Un agradecimiento especial a Itaparica y a Grand Palladium Imbassaí, que fueron clave para que esta experiencia sea completa. Profesionalismo, buena onda y atención al detalle en cada momento del viaje.